NADA COMUNES, PERO BIEN CORRIENTES...

DIALOGOS DE DOS CHAPINES DE LA PERIFERIA, QUE OCUPAN SU TIEMPO EN OPINAR SOBRE ASUNTOS DE IMPORTANCIA PARA GUATEMALA Y EL MUNDO...AUNQUE NO SEPAN GRAN COSA.

Tuesday, October 31, 2006

EL FIAMBRE SE COME FRIO

- Bien dije yo que te iba a encontrar comprando tus verduras en el mercado. De plano, recibiste pedidos para hacer fiambre o querés que tu marido se dé la grande... digo, con el fiambre, no pensés mal.

- Ay, vos Boanerges, ni tiempo tengo yo para pensar en nada ni marido que me esté jodiendo. Mirá que ya mañana es 1 de noviembre y ya me agarró la tarde para hacer los platos que me encargaron. Como vos dijiste, tengo mis pedidos. A Dios gracias, a la gente le gusta mucho el que yo hago, pero qué trabajal. ¿No te venís a ayudarme y te pago unos tus centavos?

- Explotadora es que sos vos, Rubidia. Ya me imagino que los centavos que me querés dar son exactamente eso, puros centavos. Y me vas a querer tener como esclavo: que pasame la col de Bruselas, que despenicame las arvejas, que picame el rábano, que poneme el huevo duro...

- Tan chillón que sos. Ni has matado el venado y ya estás vendiendo el cuero. ¿Cuándo te he explotado yo a vos? Huevonote es que sos. Como de plano en tu casa sólo llegás a poner el hocico y allí va el fiambre pa' dentro. Y todavía alegás si te lo dan rojo, porque a vos te gusta el blanco.

- Ah, qué bien que me sabés los gustos. Con razón a mí ni me contaste que ibas a hacer fiambre.

- Como todo lo querés de regalado. El otro día que fuiste a que te cortara las mechas al salón, allí me estabas regateando el precio. Como si no le costara a uno su trabajo. Principalmente con el fiambre, que ése sí es todo un arte. Ni que lo vayás a negar.

- No, no te lo niego, vos Rubidia. Yo miraba cómo lo hacía mi abuelita, que en gloria esté. Cómo cortaba en trocitos la zanahoria, la remolacha, los rábanos; cómo ponía a encurtir las cebollitas; cómo le ponía sus gotitas de vinagre a cada cosa, sus toques de aceite de oliva. Y las coliflores, los chiles chamborotos, el queso rayado de Zacapa, el queso de capas... todo en su justo tamaño. Para no hablarte de las carnes, el salchichón, la mortadela, el chorizo salitrado, el chorizo negro, las butifarras... todo en su justa medida. Eso sí era fiambre. Se daba uno unas forradas que pasaba sin comer dos días. No como el que hacen ahora, que más parece picado de verduras.

- Según vos, sólo tu abuelita hacía fiambre. Para que veás, en mi casa lo hacían también mis tías maternas y paternas, aparte de la abuela y la bisabuela. A todos los chirices nos ponían parejos a ayudarles. Y hay de aquél que hiciera un mal modo o se le fuera la mano con uno de los ingredientes. A ése lo hincaban en maíz y lo hacían decir diez Padres Nuestros y diez Aves Marías. Yo creo que por eso fue que aprendimos a hacerlo tan sabroso. Si hasta mi papá metía su cuchara; pero pa' ayudar, no para hartarse, como los hombres de ahora, que no saben ni poner a endurecer los huevos.

- Ya vas vos con tus huevos otra vez. ¿Sabés qué? Dejá de estar alegando y mejor apurate con lo que te falta, que quiero que me vendás un plato. Pero tampoco te mandés con el precio. Mirá que no encontré quién lo hiciera bien el año pasado, y con lo que te afamás vos, a lo mejor tenés razón y por lo menos eso podés hacer bien. No como las peladas que das en tu Salón. El otro día me dejaste lleno de graditas, puro el templo I de Tikal. Menos mal que sos nacionalista y no se te antojó dejarme como la Torre Eiffel. Lástima que lo del fiambre no lo podás hacer todos los días y abrir el Salón sólo para el 1 de noviembre.

- Seguite burlando, a ver si me quedan ganas de venderte un tu plato de fiambre. Peor si me vas a querer pagar por él como me pagás por la pelada, a lo mejor sólo te doy una tu mata de brócoli. Con lo caro que están ahora las verduras, las carnes y los embutidos, más lo agarrado que sos vos, sólo para eso va a alcanzar tu pisto.

- Transera es que sos. Sólo porque no hay otro palo en qué ahorcarse.

- Ya callate. Para que veás, te voy a regalar un tu platillo. Sólo porque no soy mala onda. Pero quiero que me contestés algo, ya que te las llevás de muy conocedor de la historia de Guatemala. ¿Quién inventó el fiambre? ¡A que no te lo sabés!

- Ah, de eso no hay datos ciertos. A mí mi abuelita me contaba una historia. Dice que por all' por los tiempos de Justo Rufino Barrios, un señor de una familia de pomada cumplía años el mero 1 de noviembre, día de Todos los Santos. La esposa quería quedar bien con él, y mandó a la empleada, que cocinaba muy bien, a traer lo que se le ocurriera para prepararle un buen almuerzo. Ella se fue al mercado desde temprano, pero como era una ixta de 18 años, tenía un su enamorado que se la pepenó a medio camino y se estuvieron besando hasta que en Catedral sonaron las 12 campanadas del mediodía. Como este su enamorado practicaba también la magia, desapareció por la Calle Real con casi todos los reales que la muchachita llevaba en una bolsa del delantal. Ella ya no hallaba ni que hacer, y fue a comprar con lo que le quedaba, un montón de verduras y sobras de jamones, de pescados y otras carnes al mercado, pues así eran rebaratas. Cuando llegó a la casa, la señora le pegó tremenda regañada, le dijo que corriera a preparar el almuerzo y que después de eso, agarrara sus tiliches y se fuera para siempre. La muchacha preparó lo que se le ocurrió con lágrimas en los ojos. Tomó verduras encurtidas, mezcló carnes de pollo, de res y de marrano, filetes de jamón, trocitos de queso fresco, huevos duros en rodajas, aros de cebolla y lo adornó todo con una capa de queso espolvoreado. Todo frío como una noche de noviembre, porque no había tiempo para calentar nada. Ya estaban los invitados que les rugían las tripas del hambre. Cuando llevó a la mesa el gran perol con el fiambre preparado, que así lo llamaron desde entonces por lo frío, la señora y el señor le hicieron malas caras. Pero a medida que todos se servían y se lo llevaban a la boca, fueron exclamando frases elogiosas, que hicieron que la joven no sólo conservara su empleo y el respeto de la patrona, sino quedó la costumbre de que todos los 1 de noviembre preparara la misma receta para agasajar al marido y hacer las delicias de los invitados. Mientras se hartaban el fiambre, a la muchacha le dio tiempo para hacer un dulce de ayote, que llevó calientito y humeante a la mesa, junto con un perol de chocolate caliente. ¿Cómo la ves di'all?

- Yo lo que miro es que me alegraste tanto con tu historia, que hoy sí te ganaste hasta el dulce de ayote y las torrejas, por si acaso se te antojan. Dejame que me vaya, pues, y all' te llegás más tardecito.

- Gracias, vos Rubidia. Después de todo, también tenés buen corazón. Frío como el fiambre, pero dulce como el ayote en rapadura.

- ¡Callate vos, chusema!

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4 Comments:

  • At 6:53 AM, Anonymous Anonymous said…

    Qué tuanis estan estas pláticas entre estos dos...jajjaja. Me gustó lo de la historia del fiambre, pero creo que el Boanerges (así se escribe?) anda algo perdido.

    Saludos!

     
  • At 12:24 PM, Anonymous Anonymous said…

    Yo creo que el Boanerges se fumó esa historia para lograr que la otra se emocionara y le regalara el fiambre. Ese, por lo que se vé, lo único que busca es irla pasando lo mejor que pueda sin esforzarse gran cosa. Como hablar no cuesta nada, dicen que decía la famosa Hellen Keller cuando escribía esos sus libros. Pero me maté de la risa y se me hizo agua la boca con la descripción de algunos ingredientes.

     
  • At 5:23 AM, Anonymous Anonymous said…

    qué buena foto!

     
  • At 2:40 AM, Anonymous Anonymous said…

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